Cuando en un país, el Presidente, tiene una actuación, mas bien, ausente,
lejana y callada, (Al punto que nos es difícil saber, con exactitud, si sigue en
uno de sus viajes al extranjero o ya regreso) corresponde, entonces, que el
Primer Ministro maneje con solvencia las diversas situaciones que un país, harto
complicado como el nuestro, presenta a diario.
Sin embargo, estamos lejísimos de un escenario como ese. El primer ministro
óscar Valdés, es un personaje que no tiene ningún inconveniente en decir un
dislate, un disparate, y seguir caminando como si nos hubiera soltado una verdad
que, además, pocos se atreven a decir. Él tiene, cree, el valor de llamar a las
cosas por su nombre. Claro que, rápidamente, cuando recibe una llamada o un
twitter que le dice que sus comentarios han sido desacertados usa una fórmula,
demasiado común en nuestro país, pero que a mí me parece de enorme cobardía:
“Han sacado de contexto mis declaraciones”.
Quiero referirme a una de varias declaraciones torpes: Hace pocos días, tuvo
un nuevo, más grave y muy ofensivo dislate. Dijo ante miles de televidentes, en
un programa de noticias, que durante el periodo de trabajo de la Comisión de la
Verdad y Reconciliación (CVR) hubo “mucha teatralizacion”.
Es decir que, nuestro Primer Ministro, cree que una señora que se presentó
ante los comisionados y contó de manera desgarradora, entre lágrimas y con un
castellano pobre, porque es quechuahablante, cómo mataron a su hijo: teatralizó.
Hizo teatro. Fue un show. Un montaje. Tal vez, inclusive, alguien la preparó
antes y ensayó varias veces para darle el dramatismo que cualquier
teatralización requiere. Y así, una y otra explicación: quienes contaron
violaciones, quienes pidieron, solamente, que le devuelvan el cuerpo de su hijo
para enterrarlo, quien cuenta cómo mataron a hachazos a toda su familia delante
de él o ella, quien contó de los “juicios populares” y los posteriores
“ajusticiamientos” (tan salvajes, tan bárbaros) que hacía Sendero, todos esos
testimonios, no tienen ningún sustento, no tienen una base real. Fue puro
teatro.
¡Qué vergüenza! El Primer Ministro ofendió, con bajeza y torpeza, a miles de
humildísimos campesinos alto andinos que fueron a responder las preguntas que la
CVR les hizo. Que cree el Sr. Valdés, que todos fueron a la CVR a buscar un
beneficio económico, y que, a mayor teatralización, mayor compensación? Cuánto
se ha dado, Sr. Primer Ministro, en reparaciones individuales para saber si el
show dio resultado?
No tengo duda, que hubo algunos pillos, bribones que sí efectivamente,
contaron dramas que no vivieron. Pero, entonces y como para agravar las
declaraciones de Valdés, hay que decir que ofendió también a los comisionados y
los acusó, sin decirlo, de incapaces. Porque no demostraron capacidad para, a
través del interrogatorio, incluso con preguntas cruzadas, descubrir la mentira
de los malandrines. Pero, si el ministro sabe o cree que esto pasó que lo señale
así. Pero que no meta a todas las víctimas de Sendero en un mismo saco, y no
vuelva a mostrarlos como una gavilla de interesados en obtener un rédito
económico. Eso ofende. Duele. Daña.
Al día siguiente, el siempre adusto Primer Ministro, como todos, como
siempre, dijo que lo habían sacado de contexto. Qué desilusión. Pudo, debió
haber pedido perdón. Pero, no. Se refugió en aquella vergonzosa frase.
Isaac Mekler