jueves, 26 de enero de 2012

Memoria ( I )


Hace 2.599, Nabucodonosor, en este entonces Rey del muy poderoso imperio babilónico, decidió conquistar Jerusalén. Aunque se trasladó hasta ella con un inmenso ejército, no pudo ingresar a la ciudad, que ya en ese entonces era sagrada para los judíos.

Pero, llegó un día en que pudieron abrir el primer boquete. Esa primera brecha permitió abrir más y mayores entradas a la ciudad, atravesando los muros que, durante 4 siglos, habían defendido la ciudad. La destrucción fue total. Mataron, violaron, destruyeron. Y entre lo más valioso de lo que derrumbaron, se encuentra el Templo del Rey Salomón. Centro de la vida judía, y una construcción ordenada por Dios.

Más de 2.200 años después, en la fecha exacta de la primera brecha abierta por los babilonios, millones de judíos alrededor del mundo guardamos luto y ayunamos.

Les cuento esto, que es apenas una de muchas fechas importantes, de alegría y de tristeza que tiene mi fe, porque me resulta muy difícil entender cómo los peruanos hemos olvidado lo que ocurrió aquí mismo, en nuestra tierra, en nuestra patria hace apenas 20 años. Me sorprende, inmensamente, como el brazo legal de un grupo de delincuentes asesinos, sedientos de sangre inocente haya logrado recolectar casi 400,000 firmas para inscribirse. No puedo aceptar, la facilidad con la que estos bárbaros responsables de tantas muertes de niños, unido a la cobardía y conducta pusilánime de los miembros del JNE, ha puesto en vilo a la patria entera ante la posibilidad de formar un partido político.

¿Por qué hay pueblos que, generación tras generación, recuerdan su historia aunque sea casi 4 veces milenaria, y en Perú, nuestros chicos y jóvenes no saben de la tragedia inmensa que sufrió nuestra patria?

Yo creo que llegó el momento de construir memoria. De saberla, de hablarla.

Principalmente con los jóvenes que no vivieron el horror despiadado de Sendero Luminoso. Un pueblo sin memoria, además de la conocida frase que está condenado a repetirla, es un pueblo que camina inexorablemente al despeñadero.

Un grupo de asesinos, cuyo actuar fue la aniquilación de colectividades, de campesinos. El arrasamiento de aldeas completas. El cautiverio de personas indefensas, el maltrato sistemático, el asesinato como forma de impartir o infundir terror. Esta fue la metodología de horror puesta en práctica al servicio de un objetivo – el poder – considerado superior al ser humano…/

Isaac Mekler

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